domingo, 4 de diciembre de 2011

đıøšeš đe łυz

Hola a todos!! hoy vengo con algo especial:
Para contar esta bonita leyenda de mi tierra, ya que soy argentina y además llevo un nombre mapuche, he de contar algunos detalles del carácter del pueblo Mapuche, para así poder entender mejor la leyenda del origen del fuego entre el pueblo Mapuche:


Antes de que los Mapuches descubrieran cómo hacer el fuego, vivían en grutas de la montaña.

Temerosos de las erupciones volcánicas y de los cataclismos, sus dioses y sus demonios eran luminosos. Entre estos, el poderoso Cheruve, que cuando se enojaba hacía llover piedras y brotar ríos de lava, a veces, también hacía que cayeran del cielo en forma de meteoritos.

Los Mapuches creían que sus antepasados revivían en la bóveda del cielo nocturno. Así, cada estrella era un antiguo abuelo iluminado que  cazaba avestruces entre las galaxias.

El Sol y la Luna daban vida a la Tierra como dioses buenos, a los que los Mapuches llamaban Padre y Madre respectivamente. Cada vez que salía el Sol, los saludaban. La Luna, al parecer cada veintiocho días, dividía el tiempo en meses.

Al no tener fuego, porque no sabían encenderlo, devoraban crudos sus alimentos; para abrigarse en tiempo frío, se apiñaban en las noches con sus animales, perros salvajes y llamas que habían domesticado.

Tenían horror a la oscuridad, puesto que ésta era presagio de enfermedad y muerte.


En una de esas grutas vivía una familia: Caleu, el padre, Mallén, la madre y su pequeña hija Licán.
Una noche, Caleu se atrevió a mirar el cielo de sus antepasados y vió un signo nuevo, extraño, en el poniente: una enorme estrella con una cabellera dorada.
Preocupado, no dijo nada a su mujer y tampoco a los indios que vivían en las grutas cercanas.

Aquella luz celestial se parecía a la de los volcanes, ¿traería descargas?, ¿quemaría los bosques? Aunque Caleu guardó silencio, no tardaron en verla los demás indios. Hicieron reuniones para discutir que podría significar el hermoso signo del cielo. Decidieron vigilar por turno junto a sus grutas.
El verano estaba llegando a su fin y las mujeres subieron una mañana muy temprano a buscar frutos de los bosques para tener comida en el tiempo frío. Mallén y su hijita Licán treparon también a la montaña.

-Traeremos piñones dorados y avellanas rojas -dijo Mallén.
-Traeremos raíces y pepinos del copihue (planta trepadora de flor blanca y roja) -agregó Licán.
La niña acompaño otras veces a su madre en estas excursiones y se sentía feliz.
-Vuelvan antes de que caiga la noche -les advirtió Caleu.
-Si nos sorprende la noche, nos refugiaremos en una gruta que hay allá arriba, en los bosques -lo tranquilizó Mallén.

Las mujeres llevaban canastos tejidos con enredaderas. Parecía una procesión de choroyes (especie de Papagayo), conversando y riendo todo el camino.
Allá arriba había gigantescas araucarias que dejaban caer lluvias de piñones. Y los avellanos lucían sus frutas redondas, pequeñas, rojas unas, color violeta y negras otras, según iban madurando. No supieron cómo pasaron las horas. El Sol empezó a bajar y cuando se dieron cuenta, estaba por ocultarse.

Asustadas, las mujeres se echaron los canastos a la espalda y tomaron a sus niños de la mano.
-¡Bajemos, bajemos! -se gritaban unas a otras.
-No tendremos tiempo. Nos pillará la noche y en la oscuridad nos perderemos para siempre -advirtió Mallén.
-¿Qué haremos entonces? -dijo la abuela Collalla, que no por ser la más vieja, era la más valiente.
-Yo sé dónde hay una gruta por aquí cerca, no tenga miedo, abuela -dijo Mallén.

Guió a las mujeres con sus niños por un sendero rocoso. Sin embargo, al llegar a la gruta, ya era de noche. Vieron en el cielo del poniente la gran estrella con su cola dorada.

La abuela Collalla se asustó mucho. -Esa estrella nos trae un mensaje de nuestros antepasados que viven en la bóveda del cielo -exclamó.
Licán se aferró a las faldas de su madre y lo mismo hicieron los demás niños.
-Vamos, entremos a la gruta y dormiremos bien juntas para que se nos pase el miedo -dijo Mallén.
-Eso sería lo mejor, murmuró Collalla, temblorosa.
Ella conocía viejas historias, había visto reventarse volcanes, derrumbarse montañas, inundaciones, incendios de bosques enteros.

No bien entraron a la gruta, un profundo ruido subterráneo las hizo abrazarse invocando al Sol y la Luna, sus espíritus protectores.
Al ruido siguió un espantoso temblor que hizo caer cascajos del techo de la gruta. El grupo se arrinconó, aterrorizado.

Cuando pasó el terremoto, la montaña siguió estremeciéndose como el cuerpo de un animal nervioso.

Las mujeres palparon a sus hijos, no, nadie estaba herido. Respiraron un poco y miraron hacia la boca blanquecina de la gruta: por delante de ella cayó una lluvia de piedras que al chocar echaban chispas.

-¡Miren! -gritó Collalla. ¡Piedras de luz! Nuestros antepasados nos mandan este regalo.

Cómo luciérnagas de un instante, las piedras rodaron cerro abajo y con sus chispas encendieron un enorme coihue seco que se erguía al fondo de una quebrada. El fuego iluminó la noche y las mujeres se tranquilizaron al ver la luz.

-La estrella con su espíritu protector mandó el fuego para que no tengamos miedo - dijo la abuela Collalla riendo. Niños y mujeres también rieron, aplaudiendo el fuego.
El grupo silencioso contempló las llamas como si fueran el mismo Padre Sol que hubiera venido a acompañarlas.
Se sentaron junto a la gruta, oyendo crepitar las llamas como música desconocida.
Al rato, llegaron los hombres desafiando las tinieblas por buscar a sus niños y mujeres.
Caleu se acercó al incendio y cogió una llama ardiente; los otros lo imitaron y una procesión centelleante bajó de los cerros hasta sus casas. Por el camino iban encendiendo otras ramas para guiarse.

Al otro día, oyendo el relato de las piedras que lanzaban chispas, los indios subieron a recogerlas y al frotarlas junto a ramas secas lograron encender pequeñas fogatas. Habían descubierto el pedernal. Habían descubierto cómo hacer el fuego. Desde entonces, los Mapuches tuvieron fuego para alumbrar sus noches, calentarse y cocer sus alimentos.




lunes, 28 de noviembre de 2011

¢υℓρα



Caminé tantas noches sin rumbo por las calles de la ciudad, que ya ni recuerdo cuantas fueron, ya ni recuerdo los motivos que una vez tuve para hacerlo, sólo recuerdo que siempre me atormentó el mismo vacío, la misma mirada gélida hacia mi interior.
Siempre me he sentido algo muerta, incapacitada para sentir hasta lo más mínimo, mis niveles de empatía siempre han sido casi nulos, pero soy buena fingiendo, aprendí a mentir en cuanto a mis sentimientos, sé esconderlos, puedo ejercer el efecto espejo ante quién me mira, pero es cansado, muy cansado intentar aparentar.
Yo no pretendía que sucediera, no pretendía que esto pasara así, yo sólo intenté vivir bajo sus reglas, ahh estúpidas reglas, ¿Dónde me han llevado?, nunca quise lastimar a nadie, pero tampoco sé cómo evitarlo, supongo que no supe ver las señales que me advertían que esto pasaría.
Siento como mis fuerzas comienzan a desvanecerse, drenadas gota a gota, tan sólo fue un error, yo no quería que sucediera así, tan sólo pasó, mi mirada se nubla, mis ojos se empañan de lágrimas perladas que recorren mi rostro hasta la comisura de mis labios.
Lo había rechazado tantas veces que casi era obsceno, ahora la culpa me embarga, rodea mi ser como si de una coraza pesada se tratara, como si su aura plomiza amenazara con ahogarme en un abrazo del que jamás me liberaría.
La culpa me ha llevado a esto, a pedir perdón, no porque realmente lo sienta, sino para que mi consciencia se calle, reclama  a gritos un resarcimiento, una sanción, una pena, algún acto punitivo contra mi propia persona que me ahogue, me haga sentir cuanto dolor puedo causar, tal vez así aprenda a ser más humilde, a sobrellevar mejor las vidas de los demás.
He preferido morir antes de pedir perdón, lo intenté, sólo que no salió, las palabras se negaron a salir de mi boca, ya es tarde, me adentro en un abismo negro, en una eterna caída vertiginosa hacía la más absoluta y total nada, me perderé en el tiempo… He aquí mi castigo, no ser recordada por nada ni nadie, no habré existido dentro de un tiempo, nada le dirá al mundo que yo estuve aquí… tal vez así… alcance finalmente la paz.

Bueno... Algo más de mis desvaríos rutinarios, jaja o se lo puedo achacar a la fiebre que me acecha estos días, en todo caso.. toda opinión será bien recibida :)

lunes, 21 de noviembre de 2011

єℓ яєgяєsσ ραятє ιι

Buenooo!!! jaja acá traigo segunda parte del relato que puse la última vez.. gracias por no meterme prisa, y por los buenos comentarios :)

John se encontró mirando aquel papel con los ojos muy abiertos, deseando que aquella sangre en el suelo de aquella habitación de hotel no fuera de aquel hombre desgraciado y con el corazón roto, pero ¿qué otra explicación podría encontrar? John no sabía cómo reaccionar, se quedó allí parado con el papel en sus manos, sin saber qué hacer, ni cómo actuar. De pronto el sonido del teléfono lo sacó de sus cavilaciones, era Vincent buscando un momento para darle el dinero del encargo, pero John sabía que no aceptaría sin antes saber de quién era aquella sangre y que era lo que se escondía detrás de aquel rostro marmóreo de la aspirante a femme fatal.


John se dirigió a la ducha, mientras el agua tibia le despejaba la mente decidió regresar al hotel donde había encontrado a la chica, miraría más detenidamente esa habitación tan catastróficamente manchada. 

Tras llegar al Hotel se dirigió a la habitación, titubeo un momento al aferrar el pomo de la puerta, pero se armó de valor y abrió, una vez más ese pequeño cubículo de mala muerte le deparaba sorpresas: la sangre no estaba ahí, no había ninguna clase de indicio de que hubiera sucedido nada en aquella habitación, John se sentía frustrado, se sentó en una silla medio roída que se encontraba en la esquina de la habitación, no podía creer lo que estaba sucediendo, se maldijo por tener aspiraciones a Sherlok Holmes, pero llegaría hasta el final del asunto.

John se quedó sumido en sus cavilaciones intentando saber que había sucedido con toda aquella cantidad de sangre que había sido vertida en esa habitación cuando de repente lo sobresaltó una voz, su interlocutor era un hombre menudo de unos 50 años, tenía expresión cansada y los hombros caídos, los brazos reposaban inertes a los costados de su cuerpecillo.
El extraño personaje que se presentaba ante él se llamaba Arthur Tisdale, actual ocupante de la rancia habitación. John lo interrogó acerca de la sangre vertida en el suelo el día antes, el hombrecillo se encogió de hombros y le aseguró que estaba delirando, puesto que él llevaba alojado en aquella habitación más de un mes, puesto que su esposa lo había echado de casa por embriagarse cada noche durante los últimos 10 años de su matrimonio.

John hizo una mueca, no podía comprender lo que sucedía, si este hombrecillo realmente había estado durante todo ese tiempo en la habitación, ¿Dónde había estado la hermosísima pelirroja? Y lo que es más importante ¿Dónde estaba el cadáver del dueño o dueña de la sangre?

Abatido John regresó a casa, con su cabeza dando vueltas y sus ideas tamborileando en sus sienes, parecía que tenía a todo el séptimo de caballería dentro del pequeño habitáculo de su cerebro, no encontraba las tan ansiadas respuestas, no sabía en qué clase de enredo se había metido… y lo peor de todo era que aún no sabía el por qué lo había hecho.

Por otra parte, y para el que le interese, recomiendo otro libro, como no (los voy a volver gente aficionada a la lectura, o haré que me odien, lo que llegue primero) "Abril rojo"  de Santiago Roncagliolo.. es un libro interesante, aunque a veces no apto para estómagos flojos :P

Bueno, ya saben, si gusta a disfrutarlo y sino a blasfemar :P

sábado, 10 de septiembre de 2011

eł яegяešø

jajajaHola a todos! jeje llevo muchísimo tiempo sin actualizar esto, ajaj no sé supongo que la inspiración natural se me ha visto mermada un poco estos tiempos, aaahh divina universidad, se supone que he de culturizarme más con ella, pero nada, que voy a peor me parece jajaja, para recuperar mis malas costumbres, he empezado a leer nuevamente "Cándido o el Optimismo" de Voltaire.. para el que quiera.. dejo un enlace del libro en PDF para el que le interese :)
Cándido o el Optimismo -Voltaire-

Pooor otra parte... vamos a dejar de ser vagos.. y os pongo algo de lo que andube escribiendo en estos tantisimos meses sin tocar mi blog.. aiii que abandonados os tengo :( jajaja en fin, a disfrutar si se disfruta o a blasfemar si no gusta :P .. como son cosas que no he terminado aún, iré posteando de a cachitos, cuando vaya terminando.. pero .. nada de meterme prisa !! que os conozco!!! xD

La noche era oscura e invernal, la lluvia no dejaba de caer hacia días a John le había dado por creer que esa lluvia era el llanto del cielo por los acontecimientos acaecidos hacia no mucho tiempo.

Sentado en la penumbra de su oscura habitación de hotel escuchando el repiqueteo de la lluvia contra el cristal de la ventana, John enciende su decimocuarto cigarrillo de la noche, mientras observa el humo del tabaco elevarse hacia el mohoso techo de la habitación recuerda aquellos ojos que lo hicieron enloquecer.

Todo comenzó aquella tarde en que aceptó el encargo del maldito corso Vincent, sabía que aquel asunto no traería nada bueno, pero aún así aceptó, la paga no era nada desdeñable… pero si hubiera sabido en lo que se metía la hubiera mandado al demonio. Cuando Vincent le dijo que tenia que lograr que una adolescente caprichosa volviera al hogar paterno, John sonrió con aquella sonrisa lobuna que lo caracterizaba, pero nadie le advirtió lo que le esperaba.

Encontró a la jovencita en un hotel de mala muerte a las afueras de la ciudad, al llegar a la habitación donde ésta se alojaba notó que algo iba mal, el olor a sangre inundó todos sus sentidos, al abrir la puerta sus ojos se descolocaron, y su corazón comenzó a saltar dentro de su pecho, no podía creer lo que estaba viendo: una ninfa de una terrible belleza sobrehumana, sentada en el suelo en el medio de la habitación, bañada en sangre, sus largos cabellos rojos caían ensortijados sobre las largas piernas blancas, tan blancas y delicadas como el mármol, aquellos ojos azules lo observaron con frialdad, vacíos, alejados de cualquier atisbo de sentimiento. John no dejaba de preguntarse qué era aquella criatura que lo observaba, sabía que no podía cumplir con su encargo y devolverla sin saber qué estaba pasando.

La niña se levantó del suelo, lo observó y al ver los interrogantes en la cara de John sólo susurró “no es mía” y se encamino hacia la puerta.

La pequeña criatura sentada a su lado no se movía, no hablaba, era cual un objeto inerte que transportaba a su destino, John todavía podía ver las manchas de sangre en el rostro de porcelana, era casi grotesco el contraste de aquellos ojos angelicales, con aquel cabello rojo… John sacude su cabeza, ya avista la mansión, la niña no muestra ninguna emoción.

John insta a la pequeña a bajar del coche, la conduce hasta la puerta, resuena la campana de acordes de violín de aquel timbre tan peculiar.

El padre abre la puerta, la observa, la besa y la insta a entrar, sin preguntar… John hace una mueca, esta familia no se entera del mundo, justo cuando se esta por alejar, observa que la chica lo mira de soslayo y deja caer sutilmente un papel…
John se despide de su contratante, pero sabe que volverá a verlo, y tristemente sabe que se ha metido en un enredo, se las había arreglado para recoger el papel del suelo, parecía una carta, fechada el día antes de la desaparición de la pequeña, la carta decía así:

“Enclaustrado en la oscuridad de mi mente parece que todo lo malo prevalece, miro mis manos como si fueran las de otro, observo en ellas  el cuerpo del delito, una cuchilla manchada de sangre, no sufro, no siento, ni padezco, tan sólo palidezco.

Me siento desvanecer, mientras tu cara se aparece frente a mi, tus ojos, tu boca, tu pelo, todo me recuerda lo que perdí y aquí estoy yo mirando la vida pasar, mientras la tristeza sale de mi cuerpo, drenada gota a gota, sin mucho esfuerzo, tan solo siento como  me desvanezco junto con la sangre que vierto, ya no existo, ya no siento, tan sólo soy un espectro mas en la indemne oscuridad.

Mira lo que has hecho, me has deshecho y aquí perezco, solo y maltrecho. Mi sangre me abandonó igual que me dejó tu amor, mi vida se perdió, se fue contigo mi último aliento.

Y aquí estoy yo cayendo en el abismo del olvido, pasando por mi propio infierno, morir sin tu cariño, mi purgatorio, sentirme un despojo.

Soy el rey de los corazones rotos, me siento en mi trono sangrante y adulterado, ¿no ves que no tengo pasado? Tú te lo has llevado, junto con el sol de cada mañana y toda mi esperanza… ¿lo ves? Ya no me queda nada.”

Nota para mi misma: cambia el reproductor ya, que está obsoletisimo vaga!! jajajaja prometo hacerlo apenas postee esto :)