El autobús discurría por una carretera que bordeaba comarca agraria europea, ella ya ni sabía donde se encontraba… había vagado tanto en su vida que ya ni recordaba su Esparta natal. Parecía extraño, puesto que cuando le preguntaban de donde era decía que era americana, sin concretar sitio. Lo cierto era que habían caído tantos milenios desde el día en que ella había nacido… había visto imperios forjarse y destruirse, había visto amores, traiciones, mentiras, angustia, codicia, todo ello rodeado de poder.
Nadie nunca le dijo como vivir la vida, nadie nunca le dijo como esto iba a ser, a veces, a pesar de su fuerza, se sentía débil, indefensa frente a un mundo que evolucionaba y amenazaba con devorarlo todo, deshacer las cosas buenas, quemarlo todo hasta los mismísimos cimientos.
Vagando por el mundo, buscaba un lugar tranquilo, de esos en los que se puede descansar, ver niños crecer y rara vez se ve a alguien llorar, era consciente de que en el mundo ya no quedaban sitios así, pero valía la pena intentarlo…
Pero algo captó su atención, fuego… esto era algo que ella ya había vivido, casas arder con un brillo inusual que contrasta con la oscuridad de la noche, pero como solía ser usual, era culpa del ser humano, ese ser frágil tan maravilloso a la par que vil… Se acercó al sitio del fuego… odio, mucho odio alrededor, según le dijeron, la casa de unos extranjeros… y volvió a suceder, las fobias, los miedos, las inseguridades humanas volvieron a cobrarse vidas inocentes, vidas de gente que sólo busca estar mejor, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas.. y no lo pudo evitar.. la sed.. y todo comenzó a ser borroso..
Más tarde recordaría el episodio por fragmentos, se veía a sí misma preguntando a aquellos aldeanos si sabían lo que era sufrir, si eran conscientes de que iban a morir… y la sangre… el dulce olor de la sangre, cayendo por su cuerpo, en su boca, bajando por su esófago, oía los gritos, los ignoraba y mordía lo más fuerte que podía, quería que ellos sintieran lo que los habitantes de esa casa sintieron, que murieran con los ojos llenos de pánico, como probablemente lo habrían hecho aquellos niños… y el fuego se apagó, y con él los gritos, la sangre, la furia… y allí, algo murió una vez más en su interior, algo que tardaría siglos en revivir.. y allí, descubrió que aún era capaz de llorar por si misma, que era capaz de sentir lástima y culpa… allí descubrió que la vampiresa también tenía algo de humana.