Caía el atardecer y el cielo se teñía de color sangre, a lo lejos se divisaba un ciprés en lo alto de una colina, allí se proyectaba la sombra de un hombre de porte grácil, varonil y orgulloso.
La tarde moría lentamente y la noche serena asomaba su manto oscuro y el caballero permanecía bajo el ciprés con su mirada firme como esperando algo que su corazón había perdido y le decía que allí hallaría…
La apacible noche había caído y una criatura hija de la noche despertaba todos sus sentidos, regalándole el brillo de sus colmillos a la luna, al fijar sus ojos en el ciprés que tantas noches había contemplado sus desdichas observó que esta noche otra figura atormentada estaba en su compañía… ¿quién sería? ¿Qué buscaba?
¿Quiso el destino llevar a que ese ser estuviera debajo de ese ciprés? ¿Quizá fue un error del tiempo en que se encontraría la dama oscura con ese caballero misterioso? Lo cierto es que él estaba allí, esperando lo que quizá sería su perdición, esperando lo que el tiempo le deparaba, esperando a conocer aquello que él no sabía que existía pero que algún día encontraría…
La vampiresa se acercó con cautela al caballero extraño, lo observó: era una criatura llena de misterio y belleza apolínea, su cabello blanco contrastaba con su perfecta piel y sus rasgos que demostraban una indemne masculinidad, pero la vampiresa podía sentir algo sobrenatural en aquel oscuro caballero, y pronto lo descubriría… La mano izquierda del extraño era casi una garra de color rojo vivo, claramente este caballero estaba maldito…
El caballero se sobresaltó ante la presencia de tan bella criatura, ella lo observaba con ojos cautelosos, se dio cuenta de que esa mujer había notado su garra, pero no se veía asustada… sólo intrigada. Ella le habló con una dulcísima voz, queda y calma, inquiriendo sobre la naturaleza de la maldición, ella se sentó allí, debajo del ciprés como una gatita remilgada que espera que la alimenten… y no estaba equivocado, podía ver los colmillos de aquella vampiresa crecer al ritmo de los latidos de su corazón.. y casi sin darse cuenta la dejó que se alimentará de él… pudo sentir el pinchazo de los afilados colmillos, pero también la dulzura de aquellos sugerentes y voluptuosos labios… y así fue como el caballero oscuro descubrió el por qué de tan extraña sensación aquel atardecer, esa noche aprendería lo que era amar sin restricciones.
La tarde moría lentamente y la noche serena asomaba su manto oscuro y el caballero permanecía bajo el ciprés con su mirada firme como esperando algo que su corazón había perdido y le decía que allí hallaría…
La apacible noche había caído y una criatura hija de la noche despertaba todos sus sentidos, regalándole el brillo de sus colmillos a la luna, al fijar sus ojos en el ciprés que tantas noches había contemplado sus desdichas observó que esta noche otra figura atormentada estaba en su compañía… ¿quién sería? ¿Qué buscaba?
¿Quiso el destino llevar a que ese ser estuviera debajo de ese ciprés? ¿Quizá fue un error del tiempo en que se encontraría la dama oscura con ese caballero misterioso? Lo cierto es que él estaba allí, esperando lo que quizá sería su perdición, esperando lo que el tiempo le deparaba, esperando a conocer aquello que él no sabía que existía pero que algún día encontraría…
La vampiresa se acercó con cautela al caballero extraño, lo observó: era una criatura llena de misterio y belleza apolínea, su cabello blanco contrastaba con su perfecta piel y sus rasgos que demostraban una indemne masculinidad, pero la vampiresa podía sentir algo sobrenatural en aquel oscuro caballero, y pronto lo descubriría… La mano izquierda del extraño era casi una garra de color rojo vivo, claramente este caballero estaba maldito…
El caballero se sobresaltó ante la presencia de tan bella criatura, ella lo observaba con ojos cautelosos, se dio cuenta de que esa mujer había notado su garra, pero no se veía asustada… sólo intrigada. Ella le habló con una dulcísima voz, queda y calma, inquiriendo sobre la naturaleza de la maldición, ella se sentó allí, debajo del ciprés como una gatita remilgada que espera que la alimenten… y no estaba equivocado, podía ver los colmillos de aquella vampiresa crecer al ritmo de los latidos de su corazón.. y casi sin darse cuenta la dejó que se alimentará de él… pudo sentir el pinchazo de los afilados colmillos, pero también la dulzura de aquellos sugerentes y voluptuosos labios… y así fue como el caballero oscuro descubrió el por qué de tan extraña sensación aquel atardecer, esa noche aprendería lo que era amar sin restricciones.
En Esta entrada tengo que agradecerte Jere por la Inspiración que has resultado ser, para que veas he puesto las partes donde ha pasado tu mano en azulito ^^.. gracias por escribir una historia conmigo, y gracias por haberlo hecho por que sé que ha sido tu primer historia...