“A pesar de todo, saboreo cada momento de mi no-vida. Saboreo la sensación de mi vieja piel arrugada a través de guantes de seda, girándolos página a página. Mis manos tiemblan con placer mientras sujetan suaves, frías luces y leen tinta que se secó cuando Carlomagno era joven. Saboreo el gentil, quieto terror de leer tabletas cuneiformes que amenazan con desmenuzarse ante mi presencia. Más que esto, quizá más que la mortalidad en si misma, es la búsqueda que quema en mi interior. Es explorar. He viajado alrededor del mundo, quizás más que ningún otro de mi línea de sangre.”
Con este párrafo del “libro de Nod” comencé a divagar pensando en lo tediosa que resulta la vida tras siglos de la misma existencia, mi apariencia joven no evita que me sienta obsoleta y apartada del bullicio mundano de estos días que corren. Hoy me sorprende lo crueles que pueden llegar a ser los humanos y me causa cierto estupor y risa que nos denominen a nosotros monstruos o malditos.
Los no muertos tenemos más consciencia de la decadencia humana que ellos mismos, su propia sangre ha cambiado ahora sabe a corrupción, perversión, vacío emocional y falta de empatía.
Me considero afortunada de ser lo que soy, una vampiresa con recuerdos de otras épocas, épocas de ideales, de revolución, de fraternidad, de sentimientos puros. Hoy los humanos no pueden sentir nada puro sin echarlo a perder, corromperlo y destruirlo, ni siquiera el amor es puro en ellos ya, su propio odio e individualismo los corroe, creo que el mismísimo Lucero del Alba estaría sorprendido, estos seres aparentemente frágiles tienen tantas artimañas y artilugios destructivos que no necesitan de otra especie (superior o no) que los guíe a su propia perdición.
Mis letras corren cual mar de lágrimas, lagrimas derramadas por las madres humanas que ven como otros “hijos de Dios” diezman su prole.
Me entristece saber que un día pertenecí a tan vil raza, la oscuridad se cierne sobre ellos, pero no mi tipo de oscuridad, no aquella oscuridad que es amante altiva y peligrosa sino una oscuridad llena de dolor y malicia porque los humanos no saben vivir en la oscuridad, son seres de luz que olvidaron como brillar.
Los no muertos tenemos más consciencia de la decadencia humana que ellos mismos, su propia sangre ha cambiado ahora sabe a corrupción, perversión, vacío emocional y falta de empatía.
Me considero afortunada de ser lo que soy, una vampiresa con recuerdos de otras épocas, épocas de ideales, de revolución, de fraternidad, de sentimientos puros. Hoy los humanos no pueden sentir nada puro sin echarlo a perder, corromperlo y destruirlo, ni siquiera el amor es puro en ellos ya, su propio odio e individualismo los corroe, creo que el mismísimo Lucero del Alba estaría sorprendido, estos seres aparentemente frágiles tienen tantas artimañas y artilugios destructivos que no necesitan de otra especie (superior o no) que los guíe a su propia perdición.
Mis letras corren cual mar de lágrimas, lagrimas derramadas por las madres humanas que ven como otros “hijos de Dios” diezman su prole.
Me entristece saber que un día pertenecí a tan vil raza, la oscuridad se cierne sobre ellos, pero no mi tipo de oscuridad, no aquella oscuridad que es amante altiva y peligrosa sino una oscuridad llena de dolor y malicia porque los humanos no saben vivir en la oscuridad, son seres de luz que olvidaron como brillar.