jueves, 25 de junio de 2009

ṡïṃρlεṃεṉτε τυ



Hoy me desperté pensando en ti, en tu cabello negro como la noche, en tus pequeños ojos que iluminan mi mundo, me desperté pensándote, añorándote una vez más aquí, sola en mi oscuridad.

El deseo de tener tu presencia es incontenible ya, todo mi ser clama a gritos por tu presencia ¿Dónde estarás? ¿Qué harás? Eres el dueño de mis noches en vela, el dueño de los suspiros que me arranca el evocar tu recuerdo. Eres mi dulce tortura, mi razón de ser, tan lejana altiva y perfecta…

Mi mundo gira a tu alrededor, la distancia abrumadora amenaza con romperme, con quebrar mi cordura, pero tu me haces fuerte, mi vida esta ligada a tu existencia, mi amor por ti es la fuerza vital que empuja cada movimiento, no hay otro igual, tu eres mi principio y mi fin.

No hay razones que expliquen el por qué de mi total dependencia a ti, es tan simple como un te amo… es tan puro como la inocencia de un niño, así de incondicional es mi amor, así de eterno e inmenso. Nada podría hacerme rechazar lo que siento por ti, nada podría doblegar mi voluntad de permanecer a tu lado, y esto ya lo hemos probado, a pesar de las tormentas y de las almas maliciosas que quieren rompernos y separarnos, seguimos unidos, porque lo nuestro no es vano y superficial, nuestro amor esta arraigado en lo mas profundo de mi ser, cada latir de mi corazón te pertenece, es tuyo.

Te amo, tan solo eso puedo decir, esas dos palabras tan cortas, explícitas y dulces son las que me inspiras, tu, tu mi ser perfecto, mi alma gemela, mi otra mitad, tu que siempre estarás en mi, tu que todo lo eres, tu que todo lo das por mi, tu que me proteges y me amas, tu que me haces sentir completa, tu que me das felicidad, tu que eres la luz en mi oscuridad.



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εl ḋøløɾ ḋεl ɾερυḋïø



Amanecía apaciblemente una vez más, ella había visto este renacer diurno desde la noche de los tiempos, ella había sido creada en un amanecer, uno de los primeros, recordaba a Gabriel mirándola como si fuera una criatura extraña, frágil y maleable… recordaba a su paupérrimo esposo acechándola como ave rapaz, y pensar que ella era la que tenia el nombre con acepciones negativas… Lilith, tenia nombre de demonio, nombre de ave carroñera, nombre de ser de la oscuridad, pero ella no era tan oscura, solo que, al igual que el Luzbel se había negado a someterse a las apetencias de ese niño malcriado al que el mundo llama Dios.

Pero esta negativa le valió el exilio, el ser tratada como una peste, como a la mismísima muerte. Desde las primeras civilizaciones la habian asociado con toda clase de barbaries, los sumerios creían que devoraría a sus hijos, que sodomizaría a sus mujeres y satirizaría a sus hombres. Pero ella era solo uno más de los exiliados del reino de Dios, era uno más de los rebeldes que habían caído y sentido el rigor de el despecho y el desprecio del absoluto señor de esta tierra, de aquel divino ser aniñado que había tirado al averno a aquellos juguetes que no lo seguían.

Lilith estaba apenada, llevaba 21 largos siglos siendo tratada como un ser maligno. Asmodeus le había dicho mil veces que no prestara atención a los mitos humanos pero ella no podía olvidar, al igual que los caídos ella había luchado contra la tiranía de ese niño que se hacia llamar Dios, había intentado que los humanos no vivieran temerosos de ese Dios vengativo, y ellos le pagaban dándole la espalda, repudiándola, tratándola como a un mísero demonio despreciable, ya estaba cansada ¿querían tiranía? Ella les daría tiranía, ella alzaría el supuesto infierno en la tierra, haría que los humanos se sintieran como criaturas del averno, soltaría las 7 plagas bíblicas, sería lo que el mundo venia pidiéndole hace 21 siglos.

Y así La reina de los Condenados expandió sus rojizas alas… alas que se teñirían de sangre muy pronto, alas que demostrarían al mundo que la crueldad que imaginaban era solo un espejismo banal y dulce comparado con lo que ella les daría. Los ojos de Lilith solían ser de un azul turquesa, más bonito que cualquier mar pero ahora estaban teñidos de oscuridad y frialdad… una mirada de aquella ninfa llena de rencor podría helar la sangre del mismísimo arcángel Gabriel.


Y el rugido de aquella dama eterna se oyó hasta en los confines de la tierra, invitando a los seres de la oscuridad a alzarse, trayendo el averno a la tierra.

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