martes, 25 de mayo de 2010

€l t®î§të ƒînål

Se siente un estrepitoso estruendo, luego la calma sobreviene, ella se encuentra en un rincón, las manos a la cabeza, su corazón jadeante, sin respuestas. Los muros de su confianza acaban de derribarse, los muros que protegían su ser se desvanecen ante ella, dejándola sola y desprotegida, ella levanta su vista nublada por las lágrimas, no consigue ver más allá de su alma, y siente que la llaman, pero no es la voz que desea oír, no es a quien ella quiere ver, le parece irreal haber vivido una mentira, le parece tan abstracto todo, como una página en blanco sus ojos se van quedando vacíos a medida que pasa el tiempo, a medida que el dolor se la va comiendo por dentro, y llora, llora en silencio, porque sabe que no hay vuelta atrás, que es una muñeca rota para toda la eternidad.

Mira sus manos, las marcas de dolor se hacen visibles y siente, siente como se va rompiendo poco a poco, siente el desgarro, siente la sangre correr, pero nada duele más que ver aquella sombra alejarse sin mirar atrás, nada duele más que saber que esta muñeca no importa ya. El aire comienza a oler a cenizas, la destrucción está completa, ella ya no agoniza, tan sólo… vive sin corazón que palpite, vive sin sentir el aire cálido en su piel, vive pensando en él y todo el dolor que pudo traer.