viernes, 5 de junio de 2009

ṿαṃρïɾïсα ṃεṃøɾïα


Una vez más, resguardada del cruel sol, cobijada en la penumbra de mi guarida evoco sin dudar el recuerdo de mi dulce vampiro que ya no está, cierro los ojos y lo busco en el laberinto de siglos vividos que es mi memoria, ansiando poder estar a su lado una vez mas, poder sentir su dulce mordida, sentir aquellos colmillos amados desgarrando mi piel, abriéndose paso por entre ella para llegar hasta su tesoro mas preciado… mi sangre. Ohh el tiempo es un tirano y la memoria, la memoria es su dulce arma punzante, dañina y mortífera que acecha mi cordura, amenazando con romperla, resquebrajar el poco sentido que le queda a mi vacía e impía existencia.

Evocando su recuerdo la noche vino a mi encuentro, tan esperanzadora, hechizante y seductora como siempre, una vez más la dama negra me invitó a bailar su vals, a danzar entre sus hijos oscuros, como una más… una mas de las almas cuya condena era vivir eternamente, poseer la memoria de tiempos mas apacibles, esa es nuestra tortura… el recuerdo, no hay ser eterno que no viva torturado por el recuerdo.. pero, danzando entre mis hermanos, los hijos de la noche, lo sentí, mi cuerpo se estremeció todo mi ser se lleno de una suave sensación de vértigo, mi condena personal estaba allí, si., si mi dulce vampiro estaba bajo el mismo cielo que yo, siendo custodiado por la misma luna que hacia de mi centinela… ¿Dónde estaría oculto? ¿Dejaría que su antigua amante lo viera una vez más?.. Y así… así fue como desperté de mi letargo… me había dormido y mis anhelos habían jugado con mi subconsciente… a veces, ni siquiera un vampiro puede evitar que la daga punzante del amor lo lastime, lo hiera y a veces hasta lo conduzca a los brazos del mismísimo Lucifer.


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