Con la mirada clavada al frente Alegra no puede pensar en otra cosa, sus brazos caen a un lado inertes, el odio que sentía hace un momento ya no la afectaba, ya no le hervía la sangre, pero las consecuencias estaban allí delante de sí.
Él la había insultado como nadie en su vida lo había hecho, y el deseo de sangre se diparó así como así, ella no lo planeó, ni siquiera lo esperaba, tan solo lo observaba tratarla como a un trapo, quitarle su dignidad, pero ella ya estaba harta, no daba más, necesitaba respirar y en un momento se abalanzó sobre él, con fuerza apartó su rostro y dejó el cuello del incauto infeliz al descubierto, y lo mordió, lo mordió con alma y vida, con todo su ser y sintió su sangre fluir y la sintió escurrirse por la comisura de sus labios, veía como le drenaba la vida gota a gota, pero no le importaba, ella quería más, quería todo aquello que ese cuerpo pudiera dar, y así fue como drenó de sangre aquel recipiente y alzó en su mano un corazón latiendo, pero… era de hielo, nada había en él.
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