lunes, 28 de noviembre de 2011

¢υℓρα



Caminé tantas noches sin rumbo por las calles de la ciudad, que ya ni recuerdo cuantas fueron, ya ni recuerdo los motivos que una vez tuve para hacerlo, sólo recuerdo que siempre me atormentó el mismo vacío, la misma mirada gélida hacia mi interior.
Siempre me he sentido algo muerta, incapacitada para sentir hasta lo más mínimo, mis niveles de empatía siempre han sido casi nulos, pero soy buena fingiendo, aprendí a mentir en cuanto a mis sentimientos, sé esconderlos, puedo ejercer el efecto espejo ante quién me mira, pero es cansado, muy cansado intentar aparentar.
Yo no pretendía que sucediera, no pretendía que esto pasara así, yo sólo intenté vivir bajo sus reglas, ahh estúpidas reglas, ¿Dónde me han llevado?, nunca quise lastimar a nadie, pero tampoco sé cómo evitarlo, supongo que no supe ver las señales que me advertían que esto pasaría.
Siento como mis fuerzas comienzan a desvanecerse, drenadas gota a gota, tan sólo fue un error, yo no quería que sucediera así, tan sólo pasó, mi mirada se nubla, mis ojos se empañan de lágrimas perladas que recorren mi rostro hasta la comisura de mis labios.
Lo había rechazado tantas veces que casi era obsceno, ahora la culpa me embarga, rodea mi ser como si de una coraza pesada se tratara, como si su aura plomiza amenazara con ahogarme en un abrazo del que jamás me liberaría.
La culpa me ha llevado a esto, a pedir perdón, no porque realmente lo sienta, sino para que mi consciencia se calle, reclama  a gritos un resarcimiento, una sanción, una pena, algún acto punitivo contra mi propia persona que me ahogue, me haga sentir cuanto dolor puedo causar, tal vez así aprenda a ser más humilde, a sobrellevar mejor las vidas de los demás.
He preferido morir antes de pedir perdón, lo intenté, sólo que no salió, las palabras se negaron a salir de mi boca, ya es tarde, me adentro en un abismo negro, en una eterna caída vertiginosa hacía la más absoluta y total nada, me perderé en el tiempo… He aquí mi castigo, no ser recordada por nada ni nadie, no habré existido dentro de un tiempo, nada le dirá al mundo que yo estuve aquí… tal vez así… alcance finalmente la paz.

Bueno... Algo más de mis desvaríos rutinarios, jaja o se lo puedo achacar a la fiebre que me acecha estos días, en todo caso.. toda opinión será bien recibida :)

lunes, 21 de noviembre de 2011

єℓ яєgяєsσ ραятє ιι

Buenooo!!! jaja acá traigo segunda parte del relato que puse la última vez.. gracias por no meterme prisa, y por los buenos comentarios :)

John se encontró mirando aquel papel con los ojos muy abiertos, deseando que aquella sangre en el suelo de aquella habitación de hotel no fuera de aquel hombre desgraciado y con el corazón roto, pero ¿qué otra explicación podría encontrar? John no sabía cómo reaccionar, se quedó allí parado con el papel en sus manos, sin saber qué hacer, ni cómo actuar. De pronto el sonido del teléfono lo sacó de sus cavilaciones, era Vincent buscando un momento para darle el dinero del encargo, pero John sabía que no aceptaría sin antes saber de quién era aquella sangre y que era lo que se escondía detrás de aquel rostro marmóreo de la aspirante a femme fatal.


John se dirigió a la ducha, mientras el agua tibia le despejaba la mente decidió regresar al hotel donde había encontrado a la chica, miraría más detenidamente esa habitación tan catastróficamente manchada. 

Tras llegar al Hotel se dirigió a la habitación, titubeo un momento al aferrar el pomo de la puerta, pero se armó de valor y abrió, una vez más ese pequeño cubículo de mala muerte le deparaba sorpresas: la sangre no estaba ahí, no había ninguna clase de indicio de que hubiera sucedido nada en aquella habitación, John se sentía frustrado, se sentó en una silla medio roída que se encontraba en la esquina de la habitación, no podía creer lo que estaba sucediendo, se maldijo por tener aspiraciones a Sherlok Holmes, pero llegaría hasta el final del asunto.

John se quedó sumido en sus cavilaciones intentando saber que había sucedido con toda aquella cantidad de sangre que había sido vertida en esa habitación cuando de repente lo sobresaltó una voz, su interlocutor era un hombre menudo de unos 50 años, tenía expresión cansada y los hombros caídos, los brazos reposaban inertes a los costados de su cuerpecillo.
El extraño personaje que se presentaba ante él se llamaba Arthur Tisdale, actual ocupante de la rancia habitación. John lo interrogó acerca de la sangre vertida en el suelo el día antes, el hombrecillo se encogió de hombros y le aseguró que estaba delirando, puesto que él llevaba alojado en aquella habitación más de un mes, puesto que su esposa lo había echado de casa por embriagarse cada noche durante los últimos 10 años de su matrimonio.

John hizo una mueca, no podía comprender lo que sucedía, si este hombrecillo realmente había estado durante todo ese tiempo en la habitación, ¿Dónde había estado la hermosísima pelirroja? Y lo que es más importante ¿Dónde estaba el cadáver del dueño o dueña de la sangre?

Abatido John regresó a casa, con su cabeza dando vueltas y sus ideas tamborileando en sus sienes, parecía que tenía a todo el séptimo de caballería dentro del pequeño habitáculo de su cerebro, no encontraba las tan ansiadas respuestas, no sabía en qué clase de enredo se había metido… y lo peor de todo era que aún no sabía el por qué lo había hecho.

Por otra parte, y para el que le interese, recomiendo otro libro, como no (los voy a volver gente aficionada a la lectura, o haré que me odien, lo que llegue primero) "Abril rojo"  de Santiago Roncagliolo.. es un libro interesante, aunque a veces no apto para estómagos flojos :P

Bueno, ya saben, si gusta a disfrutarlo y sino a blasfemar :P