En la oscuridad de la noche se oyó un estruendo, del cielo un halo de luz trajo el misterio, la luz se abrió paso por entre la oscuridad de sus sueños.
La luz no era otra cosa que un hombre perfecto, caído del cielo… el ser angelical se acercó a ella, ella que tan frágil lloraba en un rincón de aquel mundo oscuro, ella que llevaba su corazón roto en la mano y una capa como escudo, ella que se escondía del mundo, él se arrodilló a su lado, le habló con voz calma y dulce, ella levantó los ojos lentamente, la luz que emanaba de aquel ser casi la cegó por completo, ella había olvidado lo que era mirar a los ojos a alguien y ver claridad, honestidad… pureza.
Él la envolvió en un abrazo cálido, tierno, lleno de cariño que le llegó al alma y la tocó, como pocas veces se siente… como pocas veces se permite, él le dedicó su dulce mirada, sus dulces palabras, ella secó sus lágrimas, dejó que su cielo negro de a poco se despejara, dejó que aquel hombre la sacara de su oscuridad, le enseñara que el sol puede volver a brillar… Y así es como ella volvió a creer en el amor, en la magia, en las cosas positivas que te trae la vida, tan solo le queda dar gracias a Dios por haberle hecho ese regalo, por haberle devuelto la fe, personificando a este ángel, a este hombro incondicional en el que apoyarse, con el que volver a creer, con el que nada será igual.